Me encantaba jugar y me dejaba soñar. Me recuerda quien fui, donde estuve y lo que hice. Ese objeto fue convertido en parte de mi primer brazalete: MI AMULETO.
Todos tuvimos relaciones diferentes con nuestra madre y cualquiera que sea la rareza que te toco vivir, tienes el poder de reconocer, perdonar, sanar y honrar este vinculo.